Las estadísticas muestran que este tipo de negligencias al volante ya provocan más accidentes que el exceso de velocidad.
Las pérdidas de atención al volante han aumentado considerablemente debido a una sociedad cada vez más conectada y que reclama inmediatez en todas sus comunicaciones. Pero no es la única fuente de distracciones que pueden ser determinantes a la hora de provocar situaciones de riesgo.
En general las distracciones pueden ser de tres tipos:
- Visuales cuando el conductor deja en algún momento de ver la carretera y el entorno.
- Manuales cuando el conductor altera la posición de sus manos sobre el volante.
- Cognitivas cuando la atención se distrae con cuestiones ajenas a la conducción.
Los efectos de estas pérdidas de concentración en muchas ocasiones suelen tener consecuencias mortales. Circulando a 100 km/h durante un segundo se recorren 27,8 metros. Si durante ese lapso de tiempo el conductor no reacciona ante un peligro girando o frenando, esa distancia de reacción puede ser determinante para evitar un accidente grave, incrementándose en proporción aritmética esa distancia en relación al tiempo que dure la distracción.
Según los atestados que se realizan con posterioridad a los accidentes, la principal causa directa de las distracciones al volante es el uso del teléfono móvil, ya sea por hablar o por escribir mensajes. Cuando suena, reclama la atención de la vista, las manos y la actividad mental del conductor (los tres tipos de distracción). Y en numerosas ocasiones con resultados catastróficos.
Otra de las distracciones más frecuentes, y no menos peligrosa, es el manejo de otros dispositivos como el sistema GPS o la radio propios del vehículo. Intentar introducir un destino en el navegador ha sido el origen de numerosísimos accidentes graves. Si se distrae una mano del volante y la vista de la carretera para buscar una emisora, durante unos segundos se descuida por completo el dominio del vehículo y la vigilancia de la carretera. Realizar estos procesos antes de iniciar la marcha o parar en un sitio seguro será lo más recomendable para no crear situaciones de peligro.
Otro consejo que nos servirá para evitar distracciones peligrosas es limitar la interacción con los pasajeros del vehículo. Las discusiones o el control de los niños durante los desplazamientos pueden llevar al conductor a situaciones tensas que le hagan abandonar una actitud vigilante, imprescindible para mantener su propia seguridad y la de los demás usuarios de la vía. El conductor debe procurar mantenerse relativamente aislado de los demás ocupantes y concentrar su atención en la carretera, delegando en algún pasajero el control del habitáculo.
Ante cualquier situación anómala o estresante durante la conducción, lo mejor es buscar un lugar apropiado y seguro para estacionar el vehículo sin peligro y solo entonces intentar solucionar el problema. Y tener siempre en cuenta que la fatiga o el sueño provocan en el conductor una creciente pérdida de atención, igualmente presente en infinidad de accidentes.